Aumentar la participación de las mujeres en ciencia, tecnología e innovación es crítico para estimular la competitividad de Europa. Y lo es también para lograr algunos de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030.
Gobiernos e instituciones de todo el mundo son conscientes de ello y reconocen la necesidad de estimular la presencia femenina en estos ámbitos, fomentando una participación plena y equitativa. Así, sería esperable que desde el sector público haya un estímulo cada vez mayor. Por otra parte, desde el sector privado tenemos también un compromiso ineludible para seguir trabajando en esta dirección, tanto en lo que respecta a aumentar la presencia femenina en puestos de responsabilidad como en el desarrollo de políticas internas que estimulen el crecimiento profesional de las mujeres.
Esta infrarrepresentación femenina en profesiones vinculadas a la innovación se refleja también en las estadísticas de Propiedad Industrial e Intelectual. Si bien estamos avanzando en una dirección adecuada y hoy podemos celebrar muchas conquistas y éxitos, necesitamos redoblar esfuerzos para contar con la contribución de mujeres en todo el ciclo de la innovación, desde la producción científica hasta su transferencia al mercado y monetización.
La proporción de mujeres inventoras no ha dejado de crecer desde finales de los años setenta, pero los hombres siguen dominando las solicitudes de patentes. Corea del Sur y China están a la cabeza, ya que más de una cuarta parte de las patentes solicitadas en la última década están protagonizadas por mujeres. En cambio, en Europa sólo el 13,2% de las solicitudes de patentes incluyen a mujeres y menos de uno de cada siete inventores europeos son mujeres. Esto sitúa a Europa no sólo por detrás de los dos países asiáticos con mejores resultados, sino también detrás de Estados Unidos (15%), según un estudio de la Oficina Europea de Patentes.
El problema está tratando de abordarse a nivel político, social y económico, y es un tema incluido en muchas agendas internacionales, empezando por la Agenda 2030 de Naciones Unidas y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Y es que solo garantizando los derechos de las mujeres y las niñas alcanzaremos la justicia social y la inclusión. Algunos ejemplos del compromiso de los ODS con la igualdad son los siguientes:
- Empoderar a las mujeres y las niñas: contribuyendo a la reducción de la pobreza, al crecimiento económico y al progreso social (ODS 5).
- Participación en los procesos de toma de decisiones: La participación en la toma de decisiones políticas, económicas y sociales de mujeres es crucial para garantizar que nuestras voces son escuchadas en los procesos de formulación de políticas;
- Acceso a la educación y salud: el acceso a la educación y salud es esencial para el empoderamiento y bienestar general.
- Contribuir al crecimiento económico: para proporcionar igualdad de acceso a los recursos financieros, promover el espíritu empresarial y crear oportunidades de trabajo decente.
- Abordar la violencia contra las mujeres: al abordar y prevenir la violencia contra las mujeres, estas pueden participar más plenamente en la sociedad y contribuir al desarrollo sostenible.
- Apoyar la seguridad alimentaria mundial: las mujeres desempeñan un papel crucial en la agricultura y la producción de alimentos. Al empoderar a las mujeres en la agricultura, pueden contribuir a la seguridad alimentaria mundial y ayudar a alcanzar los ODS relacionados con el hambre y la pobreza.
Vivimos un momento clave en el que no podemos permitirnos desaprovechar más talento, menos aún por un motivo de género. Por eso, hombres y mujeres, lado a lado, debemos trabajar para contribuir a la plena igualdad que, directa o indirectamente, será un motor para seguir impulsando la innovación.